Durante las navidades, leía un artículo de Francesc Mateu, (coordinador del proyecto de
Intermon Oxfam para las personas refugiadas), en el que nos daba varías
“pistas” para tratar el tema del éxodo refugiado en las cenas de navidad. Uno a
uno iba desmontando los mitos y tópicos que desde hace meses hemos estado
oyendo a amistades y opinólogos, pero también a personalidades políticas y
medios de comunicación que no ofrecen una información veraz y rigurosa sobre
esta drama humanitario como debería de ser su cometido.
A
las personas adultas se nos “presupone” la capacidad y madurez de indagar y
seleccionar la información a través de fuentes fiables que nos ofrezcan un
relato que se ajuste lo más posible a la realidad, pero, ¿ qué pasa con
nuestros jóvenes? ¿qué les contamos a los niños y niñas sobre lo que está
pasando?. Y lo más importante…, ¿estamos los y las
docentes lo suficiente informados y sensibilizados sobre el tema como para
poder transmitirles los valores que contribuyan a desarrollar un pensamiento
crítico, con enfoque en los Derechos Humanos?
Afortunadamente,
muchas de las respuestas las encontramos en la Educación para el Desarrollo que nos ofrece algunas claves que
permitirán tratar en nuestros centros educativos la cuestión del éxodo
refugiado, pero también muchas otras, no como algo puntual, sino como un
proceso educativo encaminado a favorecer una cultura de la solidaridad y promover una ciudadanía global:
·
Escuchar
lo que nos preguntan, lo que han oído, lo que saben, pero también lo que
quieren saber. Los niños/as deben conocer la realidad que se vive en otros países de
continuo y no solamente hablar de noticias de calado internacional. Para ello
se deben crear espacios de diálogo tanto en la escuela como en la familia, bien
respondiendo a preguntas que ellos hacen o bien abordando el tema acorde a cada
edad. Y hablar de las fortalezas y las capacidades de las personas para superar las adversidades.
·
Buscar la empatía. La empatía no se basa en la caridad. No es el “nosotros
somos afortunados y ellos no”. Tampoco es algo que se pueda imponer. La empatía
supone desarrollar la capacidad de ponernos en el lugar del otro/a sin perder la
perspectiva de que no somos el otro. Los cuentos, relatos o las historias familiares del pasado
que acerquen a los niños y las niñas a lo que sucedió en el país no hace tanto.
Trabajar la inteligencia emocional. Hablar
de lo que pasa en el mundo y conocer lo que otras personas sufren para ser
capaces de sentirlo, al menos en parte.
·
Conocer, empatizar para actuar. La transformación social es el
fin último de la Educación para el Desarrollo. Es necesario que los niños y
niñas comprendan; pero sobre todo, las personas adultas; que siempre podemos hacer algo
por aliviar el sufrimiento de otra persona, aunque no lleguemos a todos ni a
todo. Debemos educar en una actitud que genere acciones emotivas, creativas y
responsables que contribuyan a lograr sociedades más inclusivas.
El pasado
día 10 de Diciembre del ya pasado año, se celebró en Oviedo (Asturias), el Día de los Derechos Humanos. Todas
las personas que allí se reunieron tenían claro que esta fecha tenía muy poco
de celebración y mucho de reivindicación para garantizar las
libertades fundamentales y proteger los derechos humanos de todas las personas
refugiadas.
Cartel Día Derechos Humanos |
Como
no podía ser de otra manera, la actividad giraba en torno a un improvisado
“campo de refugiados” en la ciudad. Varias Ongd con amplia trayectoria en Ayuda
Humanitaria y en la inclusión desde hace décadas de las personas refugiadas en nuestra
región, mostraron cada uno de los terribles pasos del éxodo que obliga a
millones de personas a huir por motivos de persecución hacia un lugar seguro.
El
objetivo de la actividad era el de acercar este drama humanitario a nuestra
sociedad y en concreto a la población escolar, desarrollando la empatía hacia
la persona refugiada.
Varios
grupos de escolares pudieron comprobar de primera mano un “simulacro” de las
distintas situaciones que viven en la actualidad las personas refugiadas de
Siria, pero también de Eritrea, Irak, Somalia, Chad o el Sahara donde Asturias desarrolla un vínculo especial desde hace décadas. Se trabajó la empatía
a través del arte, la música, los juegos, el audiovisual, y otras actividades que
profundizasen en los sentimientos de las personas que sufren y cómo aliviarlos.
Simulacro Campo de Refugiados |
Niños/as en una Haima Saharui |
Otra de las actividades que se están relizando en centros educativos asturianos lleva por título "Una mochila diferente, sentirse refugiado/a" con el objetivo de sensibilizar a alumnado, profesorado y familias sobre esta situación a través de la empatía y poniendo los sentimientos en común con distintas cuestiones planteadas: " ¿qué sentirías si de una día para otro tuvieses que abandonar tu casa por estar perseguido por motivo de una guerra, tu religión, el color de tu piel, etc?. Acompañándolo de relatos del pasado sobre las personas refugiadas españolas en la guerra civil contadas por sus familias, o a través de objetos valiosos materiales y sentimentales que se llevarían si tuviesen un minuto para huir y una mochila que transportar hacia un futuro incierto.
Alumnado de CP San Félix de Candás durante la actividad |
Una niña muestra su álbum de fotos familiar como objeto valioso |
Alumnado del CPR Guimarán con sus objetos valiosos |