Es
necesario a veces pararse y quedarse quieto, en silencio. Apagar la tele, la
radio y dejar el teclado y todas sus búsquedas para otro momento. No creo que estos
trabajos nos ayuden precisamente a crecer como personas ni a meternos dentro y
saber qué nos pasa y cómo nos preocupan las cosas que nos pasan. Porque, que
haya problemas en el mundo es algo que también nos pasa. Aunque no nos
enteremos. Que unos niños no puedan disfrutar de la vida y ni tan siquiera
puedan vivirla con dignidad, es algo que me pasa a mí y te pasa a ti.
Por
eso es necesario el SILENCIO INTERIOR. Y me pregunto a mí misma, educadora...
¿Educo para formar personas o educo para enseñarles a sobrevivir y ser el mejor
formado en este mundo, a veces tan cruel, insolidario y dañino? ¿Para qué me
sirve la educación si no es para formar a un SER COMPLETO, un ser con valores,
con mirada más allá de sus narices, un ser que ama la vida, la naturaleza y
precisamente porque la ama, también le duele cuando se le hace daño? En mis
planes de educar no está el enseñar esas fotos de niños sirios muertos en el
mar o a las orillas de las playas. Porque esas fotos generan que se despierte
la sensibilidad y parezca que ya he despertado mi solidaridad y mi humanidad.
No, eso no me vale, porque eso despierta por un rato y luego vuelve a dormir
hasta otra nueva ocasión. Lo que quiero es despertar sus personas, que se
enteren lo que viven, que sientan el dolor y la alegría que forma parte de sus
vidas, que lloren y rían. Despertarles a ellos para que vivan la vida y se
enteren de que la viven. Ahí hay mucho trabajo de interioridad y de
acompañarles en estos caminos. Pero UNA VEZ SE ENTEREN Y DESPIERTEN, seguramente
SE LEVANTARÁN ante tantos hechos dolorosos que les hacen daño como personas.
Ayudémosles.
A veces trabajamos con ellos como si fueran personas ya formadas que tienen la
capacidad de entenderlo todo. Pero ellos están aprendiendo a través de lo que
viven ya, que no es poco. Que para entender a otros lo primero es entenderse a
sí mismos y solo de esta forma podrán entender este mundo, aceptarlo, acogerlo
y amarlo. Creo en una educación en la que FORMAMOS PERSONAS Y ESTO HACE POSIBLE
SENTIR AL OTRO COMO HERMANO, COMO COMPAÑERO DE JUEGO, Y TRANSFORMAR EL MUNDO EN
UN MUNDO MEJOR.