Hace un par de meses publicamos #Refugiados, una secuencia didáctica. Iniciamos el trabajo con alumnos de 2º de ESO en un momento en el que no podíamos imaginar la deriva del conflicto. Nuestro objetivo era concienciar a los alumnos de los efectos devastadores de la guerra, mostrarles la labor humanitaria que están llevando a cabo muchas ONG y despertar en ellos actitudes solidarias.
Pero a medida que íbamos analizando las causas y hacíamos el seguimiento de las negociaciones nos fue invadiendo la tristeza y la impotencia.
Cada día que pasaba las noticias eran más desalentadoras. El cierre de fronteras, la construcción de nuevas vallas, el retorno de los refugiados... y el freno del gobierno español a la acogida de refugiados en una ciudad próxima a la nuestra (Barcelona) nos dejaron muchas veces sin aliento y otras, sin palabras. ¿Cómo explicar a los alumnos las decisiones que están tomando los gobiernos? ¿Cómo explicarles que se están violando los derechos de un pueblo? Difícil, muy difícil.
Nos han faltado respuestas a muchas de sus preguntas, pero hemos seguido con el trabajo de conocer el sufrimiento de quienes han tenido que dejarlo todo y hemos cedido la palabra a los alumnos.
La primera actividad que realizamos fue una tertulia intergeneracional a partir de la lectura de Manzanas rojas (Luis Matilla). Al inicio, los alumnos hicieron una representación simbólica consistente en demoler la injusticia con columnas de palabras que simbolizan el apoyo y la esperanza que necesita el pueblo sirio (la columna de la empatía, de la acogida...).
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Hemos puesto fin a la secuencia, pero el conflicto sigue y todo apunta a que está lejos su resolución. Pero los alumnos han cargado en sus mochilas la experiencia de debatir el tema en clase, de reflexionar sobre las causas y las consecuencias, de mirar directamente a los ojos de los que padecen...
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